Un abrazo que sueña.

Un abrazo camina por la calle, va despacio, pensativo con sus manos en los bolsillos. Hace frío y el viento le canta canciones al oido. Se pregunta a dónde va, pero no lo sabe, en medio de esa incertidumbre piensa en vos. Piensa en vos y sabe que te busca, entre la gente y por esa calle donde alguna vez supo encontrarte. Camina y pisa un charco, el único charco de la calle y esta frente a la casa donde te vio por última vez y te recuerda bien. Te recuerda con tu pelo negro cayendo sobre tus ojos. Ojos marrones, negros, verdes, violeta, naranjas, ojos de todos los colores que brillan con el sol.                             Te recuerda con tu piel morena con gusto a sal y olor a mar. Te recuerda riendo, bailando sobre el empedrado bajo esa lluvia de verano. Te recuerda y sueña que mira a la derecha y estás ahí parado a lo lejos perdido entre la gente y siente vértigo. Sueña que te mira y camina hacia vos, uno, dos, tres, siete, quince pasos. Sueña con sacar las manos de los bolsillos, estirar los brazos y envolverte. Sueña qué te funde en el, que su brazo es tu brazo, qué tu cuello es su cuello, que su nariz es tuya. Tuya la respiración, la risa, el sol, la tierra, la puerta de aquella casa, la hamaca colgada en el árbol de enfrente. Todo tuyo. Pero no te encuentra, está soñando lo recuerda. Recuerda que ya no estás ahí, qué ya no caminas esas calles. Recuerda que te fuiste de aquel lugar y recuerda que no volverás. Mira hacía abajo, saca el pie del charco, lo sacude y sigue caminando.  Sigue caminando con las manos en los bolsillos y no sabe adónde va, pero sigue soñando.

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